El contexto social, político y económico actual vive un momento de especial efervescencia.

Esto genera, desde los movimientos sociales y alternativos, nuevas demandas que se extienden hacia nuevos ámbitos de construcción. Con esta idea, los pasados días 17, 18 y 19 de abril se celebró, en Zaragoza, el segundo Encuentro estatal de socios y socias de Coop57.

El Encuentro de Coop57 no es ninguna asamblea, ni ningún congreso. Se trata, como su mismo nombre indica, de encontrase. De dar la oportunidad a las más de 650 entidades y a las casi 3.500 personas socias de verse, reconocerse, desvirtualizarse y debatir colectivamente, hacia donde se quiere avanzar. Entender que los procesos son tan transformadores como los objetivos.

Los retos de futuro que se plantearon en el Encuentro de Zaragoza interpelan el ámbito natural de actuación de las finanzas éticas: la economía social y solidaria. Las finanzas éticas deben estar al servicio y a la altura de estos retos. Después de 20 años de existencia, Coop57 se prepara para dar un salto adelante, con el deseo de convertirse en un agente proactivo de construcción económica, especialmente a nivel local.

Esto implica retos en los ámbitos del municipalismo, la vivienda, la lucha contra la pobreza y la desigualdad, en el desarrollo y revitalización del ámbito rural y los retos que plantea la soberanía alimentaria, impregnarse de los criterios y las prácticas feministas, en la generación de puestos de trabajo en formato cooperativo y profundizar en experiencias de autogestión comunitaria de bienes, servicios y equipamientos básicos.

Se trata de construir. Pero construir diferente. Dar respuesta a los retos que se plantean pero sin perder unos principios esenciales e irrenunciables: democracia económica, proximidad, arraigo territorial, dimensión colectiva, reparto equitativo de la riqueza y, en definitiva, contribuir al desarrollo de la economía social y solidaria para que ésta deje de tener apellidos y podamos, entre todas, construir otra Economía.

 

En definitiva, lo que se constató en el Encuentro de Zaragoza fue que, tenemos por delante una oportunidad maravillosa y estimulante. Las finanzas éticas son una herramienta muy potente pero que solo será útil si somos capaces de construir verdaderas alternativas económicas desde el tejido social y desde el ámbito local. Y sin urgencias. Sin caer en la trampa del ahora o nunca, sino pensar en una construcción real, sólida y colectiva de nuevas formas de entender la economía y las relaciones entre las personas.