Coop57 ha apostado por contribuir a construir alternativas que pongan el derecho a la vivienda en el centro, fuera de la especulación inmobiliaria y con la cesión de uso como palo de pajar. No es sólo hablar de covivienda, sino ir más allá y promover aquella que salga del molde capitalista para generar modelos diferentes que escapen de las lógicas del mercado.

Una de las primeras iniciativas que inspiró la vivienda cooperativa fue el proyecto de Cal Cases, primera socia de servicios de Coop57 que tenía como eje el acceso a la vivienda desde la cesión de uso y la construcción de comunidades de convivencia. Esta incorporación fue la chispa que encendió la voluntad de imaginar respuestas desde los servicios financieros éticos y solidarios de Coop57 que promovieran e hicieran realidad proyectos de vivienda cooperativa.

El primer préstamo relacionado con la vivienda que Coop57 concedió fue en 2017, a Cal Met, SCCL. Después vendría la financiación al proyecto de vivienda cooperativa que rehabilitaba un edificio en el centro histórico de Barcelona: Princesa 49 de la cooperativa Sostre Cívic, en 2018. Y aquel mismo año, se concedía el préstamo a La Borda, SCCL, que levantaría en el barrio de Sants de Barcelona un edificio de madera, insignia para la arquitectura sostenible.

Desde estos inicios, en Coop57 se han finanzado quince proyectos de vivienda cooperativa, por un valor superior a los 5 millones de euros. Los préstamos se han hecho a cooperativas de todo tipo, desde urbanas y situadas en el centro de ciudades densamente pobladas -cómo Barcelona, que tiene el ejemplo reciente de La Chalmeta-Llar Jove, en el barrio de La Marina del Prat Vermell-, pasando por proyectos rurales establecidos en zonas que han sufrido despoblamiento.

Revitalizar el mundo rural y recuperar patrimonio histórico

El proyecto Envall, SCCL, en el pueblo homónimo en Vall Fosca (Pirineo catalán), es una cooperativa que quiere revitalizar el pueblo desde el punto de vista demográfico, arquitectónico y socioeconómico, después de treinta años de abandono. Igual que Envall, hay otras iniciativas de vivienda cooperativa en el ámbito rural que recuperan patrimonio arquitectónico catalán. Por ejemplo, Viure Juntes, SCCL que se sitúa en la Masia Cal Valls de Rofes (Lllacuna) o el proyecto El Turrós, impulsado por Sostre Cívic, que recupera un mas en Argegaler (La Garrotxa). Ambos casos tienen terrenos y espacio para desarrollar iniciativas más allá de la vivienda, y tendrán el autoabastecimiento energético o la agroecología como  horizonte.

Se incluye en este listado la Masia Can Servitge, en Vallfornosa, de la bagenca Poc a Coop, SCCL. En este sentido, se ha financiado a la cooperativa de consumo CoopGabarra, SCCL para desplegar un proyecto de vida colectiva así como un programa cultural, artístico y comunitario en Can Gabarra, una masía del siglo XVI y una casa modernista del 1926, ambas designadas patrimonio rural por la Diputació de Barcelona. 

Además, en 2021 se ha formalizado el préstamo a Can Parera de Canyes, SCCL, para adquirir una masía histórica con el mismo nombre, muy bien conservada y con una fachada de puerta adovelada y reloj de sol. Si bien los inicios del mas se remontan en el año 950, el edificio actual es una construcción del siglo XVI. Se quiere desarrollar un proyecto no sólo de vivienda, sino también económico.

 

Una respuesta adaptada a las necesidades de cada caso

Hay casos muy particulares, como el de la recuperación de un antiguo recinto fabril en Vallbona d’Anoia. Nacida como proyecto cooperativo en 2011, Calafou es una colonia ecoindustrial postcapitalista, como explican en su web, y se ha convertido en un espacio para la innovación social, tecnológica y política basada en la autorresponsabilidad y la cooperación.

Hay proyectos que ponen el foco en garantizar la vivienda digna para personas en situación de exclusión social, como hacen desde Llars Familiars HSJ, SCCL. Coop57 ha financiado tres iniciativas de vivienda social en Reus, que se han destinado especialmente a familias monoparentales. Finalmente, a raíz de la experiencia que Coop57 ha ido adquiriendo, se puso en marcha la iniciativa Suelo Comunitario. Es una línea de actividad que arranca en 2019, con mucho trabajo previo, para desmercantilizar y socializar patrimonio con un alto contenido social y/o medioambiental mediante la adquisición en propiedad y administración de suelo en beneficio de la comunidad y de entidades de economía social y solidaria.

Son ejemplos Can Bofill, una finca extensa situada en la sierra de Collserola barcelonesa, y La Titaranya, en Valls. Este segundo caso se ha llevado a cabo gracias a la adquisición de varias fincas del núcleo histórico de Valls, que es de los más degradados socialmente y urbanísticamente en Catalunya. Se están rehabilitando los edificios y construyendo los espacios que acogerán las viviendas en cesión de uso y la sede social de una veintena de entidades asociativas y de economía social y solidaria. Este proyecto se ha hecho en alianza con La Dinamo, en un caso de intercooperación que ha permitido la cotitularidad de la propiedad.

Para acabar, hace falta no olvidar que además de las cooperativas de vivienda que han recibido financiación, en Coop57 hay un total de veinte socias de servicios de este sector, repartidas entre las secciones territoriales de Catalunya, Aragón, Madrid o Euskal Herria. Están en diferentes fases de proyecto, tienen más o menos recorrido, pero todas comparten la voluntad de recuperar de la especulación un derecho fundamental. 

Una aportación cualitativa al problema de la vivienda

El trabajo intenso de los últimos cinco años en Coop57 ha enseñado que existe otra manera de acceder a la vivienda, trabajando codo con codo con muchísimos proyectos y vehiculando más de 5.000.000 de euros a hacer realidad proyectas transformadores que puedan ser ejemplo y espejo para tantos otros. Aun así, la Coop57 es consciente que no puede resolver la problemática existente de acceso a la vivienda desde un punto de vista cuantitativo. 

La aportación más grande que puede hacer Coop57 es cualitativa, poniendo nuevos debates sobre la mesa y estirando el sector hacia la promoción de un modelo residencial de propiedad colectiva. Confrontar un sistema basado en la explotación y guiado por el máximo beneficio en el menor tiempo posible, con uno de producción cooperativa que genere retorno social en la comunidad. Un modelo que no especula, que es viable y que, además, funciona.

 
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